La BUAP se construye día a día con el esfuerzo de todos, y es nuestro deber escuchar, con respeto, empatía y objetividad, las inquietudes que surgen del espíritu crítico y el anhelo de transformación característicos de su edad.
Mi formación científica me lleva primero a analizar el problema, tener el diagnóstico y después buscar la solución para todos, y en esto estamos ahora.
Entiendo su sentir. Sus demandas me importan, no me son indiferentes.
Continuemos con el diálogo y busquemos un punto en común. Aprovechemos esta herramienta, ¡es muy poderosa! Tenemos todo para seguir encontrando soluciones justas y equitativas para nuestra comunidad.
Ya hemos avanzado en algunas unidades académicas y escucharemos todas y cada una de sus peticiones a través de las mesas de diálogo.
Confío que mediante acuerdos, los espacios se irán liberando y no como un acto de renuncia a su causa, sino como un paso solidario para que nadie quede atrás y no seguir afectando la vida institucional.
No menos importante son los temas de acoso que tendrán una atención más puntual y personalizada.
Las y los universitarios hemos dado múltiples muestras de capacidad para superar retos. Confío en que, uniendo voluntades, resolveremos este nuevo desafío con la dignidad que caracteriza a nuestra comunidad.
La BUAP es y seguirá siendo un faro de conocimiento, pero también de diálogo y liderazgo social.
Hagamos de esto una oportunidad para reafirmar que, incluso en el desacuerdo, nos une nuestro profundo amor a la institución.
Sigamos escribiendo juntos, la historia de una universidad que escucha, aprende y crece.